Declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984 y una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo, las Cataratas del Iguazú son un destino turístico de renombre internacional. El nombre de las Cataratas del Iguazú, denominadas en español como Iguazú y arcaicamente Yguazú, tiene su origen en dos vocablos del idioma guaraní: la partícula “y” (pronunciada como una vocal cerrada central no redondeada [ɨ]) y la palabra “guazú”, que significa “grande” o “imponente”. Esta denominación indígena hace referencia a la majestuosidad y es interesante saber que, en el mundo antaño, formaban parte del territorio paraguayo. Su imponente belleza, con tonalidades que van desde el blanco hasta el castaño rojizo, sumada a la abundante vegetación circundante y la rica biodiversidad, crean un escenario de ensueño que cautiva a millones de visitantes cada año. Situadas en una región de extraordinaria riqueza ecológica, esta impresionante formación hídrica se extiende a través de un área fronteriza compartida por tres naciones sudamericanas: Argentina, Paraguay y Brasil. El conjunto de saltos que conforman las cataratas asciende a 275, aunque su distribución no es equitativa: la porción argentina alberga el 80% de los mismos, mientras que el restante 20% se encuentra en territorio brasileño. Sin lugar a duda, la Garganta del Diablo constituye el salto más impresionante de las Cataratas del Iguazú. Se caracteriza por ser el salto de mayor caudal y altura, alcanzando una impresionante caída de aproximadamente 80 metros. La biodiversidad presente en el área es, sin lugar a duda, espectacular y digna de admiración. En particular, el lado argentino, presenta un recorrido más largo y emocionante. Entre sus numerosas cualidades, la que más sobresale es la conexión con la naturaleza. Al ingresar al Parque, uno se convierte en parte integral del mismo. Todo está cuidadosamente diseñado para que el visitante sea el protagonista de una experiencia aventurera sin precedentes. Todo comienza en el área de servicio, donde se tiene la oportunidad de recorrer todo el sendero que conduce a las cataratas a través de un tren ecológico abierto. A través de este último, se puede apreciar la belleza de la flora y la fauna que se esconde entre los grandes árboles que conforman el paisaje. Al llegar a los circuitos que se entrelazan armoniosamente a través del bosque, comienza la aventura. Se camina por pequeños puentes colgantes, y entre una toma y otra, uno puede sentirse acompañado por el canto de los pájaros que, aunque tímidos y vacilantes, a veces se muestran en todo su esplendor, con su plumaje radiante. Finalmente, se llega al destino y, entre una gota de agua y la otra, se pueden admirar las cataratas en toda su inmensidad.